martes, 20 de julio de 2010

20 Consejos para disminuir nuestra dependencia del petróleo

Hace algunos días, la empresa petrolera BP anunció que finalmente se había logrado frenar el derrame que estuvo llenando las aguas del Golfo de México de crudo por más de 90 días. Pero las buenas noticias no duraron mucho: esta mañana informes oficiales señalaron que se encontró una filtración de metano cerca del pozo que podría indicar que hay más problemas alrededor del mismo.


Mientras se termina de definir la causa y gravedad de este nuevo suceso y se sigue lidiando con las consecuencias del peor derrame de crudo de la historia de Estados Unidos, alrededor del mundo se extienden las discusiones sobre la dependencia del petróleo: ¿hasta cuándo se puede seguir avanzando en buscar este codiciado combustible en los rincones más remotos de la tierra? ¿cuál es el límite?

Si bien se trata de un tema muy complejo, un punto para empezar puede ser el observar y disminuir el consumo de petróleo en nuestra propia vida.

Greenpeace internacional compiló una serie de consejos para disminuir el consumo de crudo en nuestra vida, que fueron complementados por otros tips enviados por lectores. Acá está la lista:

1. Un tema sobre el cual hablamos varias veces en Descubre el verde: evitá el uso del auto. Compartí el viaje, andá en bicicleta o usá transporte público para ir al trabajo.

2. Cuando sea posible, elegí productos sin envases ni componentes de plástico, derivado del petróleo. Reutilizá y reciclá el plástico de tu casa.

3. Comprá frutas y verduras orgánicas (muchos fertilizantes y pesticidas están hechos a base de petróleo).

4. Elegí productos de belleza (shampoo, jabones, cosméticos) realizados con ingredientes naturales. Aunque no lo creas, productos como lápices de labios, delineadores de ojos y esmaltes de uñas, entre muchos otros, muchas veces contienen derivados del petróleo.

5. Optá por productos locales (para evitar el transporte en vehículos alimentados por petróleo).

6. Comprá indumentaria realizada con materiales derivados de fibras naturales y no sintéticas.

7. Evitá el uso de productos descartables.

8. No tomes agua embotellada (tema del que hablamos antes).

9. Realizá menos vuelos y elegí en su lugar trenes.

10. Apoyá con tu voto iniciativas de dirigentes políticos que promuevan la energía renovable.

11. Evitá el uso de objetos y materiales comunes como espuma de poliestireno, chicle, y bolígrafos descartables.

12. Hacé tus compras en tu barrio caminando y dejá el auto en casa.

13. Si te es posible, directamente renunciá a los vuelos.

14. En lo posible, elegí un proveedor de energía renovable para tu hogar.

15. Bajá el termostato de tu casa al menos un grado.

16. Cuando veas buzones de sugerencias en restaurantes y comercios, utilizalos para recomendar que usen menos envases y empaques de plástico.

17. Si te es posible, instalá un calentador solar de agua en tu casa.

18. Mejorá el aislamiento térmico de tu hogar para evitar grandes consumos de energía.

19. Consultá con tus superiores si es posible que trabajes desde casa aunque sea un día a la semana (para evitar viajes).

20. Votá y apoyá a figuras políticas expresamente dedicadas a la promoción de energías renovables.
http://blogs.tudiscovery.com/descubre-el-verde/2010/07/20-consejos-para-disminuir-nuestra-dependencia-del-petroleo.html

sábado, 10 de julio de 2010

7 Hábitos verdes que tenían nuestros abuelos y que podríamos replicar

Probablemente más bien por necesidad que por decisión, las generaciones pasadas tenían un estilo de vida mucho más sustentable que el actual. Sólo basta pensar en los envases y botellas de vidrio retornables que se usaban para alimentos y bebidas, en las bolsas de tela y changuitos de compras que tenían las abuelas, y en la ausencia de productos de plástico descartables en las casas para tener una idea de qué estamos hablando.


Y si bien es imposible pretender ser iguales que ellos porque los avances tecnológicos y culturales ya forman parte de nuestras vidas, hay algunos hábitos que bien podríamos retomar.

El sitio Mother Nature Network tiene una interesante lista muy simple de 7 costumbres de nuestros abuelos que podríamos volver a implementar. Estos son:

- Beber agua corriente (en aquellos casos en los que sea seguro) y evitar el consumo de agua ambotellada. Algo que, por otro lado, también generaciones actuales están cuestionando.

-Secar la ropa en tendederos en lugar de utilizar una secadora eléctrica, que consume grandes cantidades de energía.

-Sembrar plantas comestibles y árboles frutales en jardines para tener alimentos de producción local (y evitar de esa forma consumir otros que viajan kilómetros desde granjas en diferentes partes del país o del mundo).

-Recolectar agua de lluvia para el riego de jardines y otros usos, ahorrando de esa forma en la factura de agua y aliviando la presión en las reservas de agua dulce del planeta.

-Evitar comer afuera todo el tiempo y llevar tu propio almuerzo al trabajo, para disminuir la cantidad de basura que genera la compra de comida para llevar (empaques, cubiertos y recipientes de plástico descartables, etc.).

-Jugar con cartas, dados, o juegos no virtuales, que tienen un menor impacto en el consumo energético que los dispositivos electrónicos con los que juegan los chicos en la actualidad.

-Comprar menos: la principal virtud que tenían las personas en décadas pasadas. Ya sea por falta de recursos, porque los objetos eran más caros o porque simplemente las cosas duraban más tiempo, en general las personas compraban menos que nosotros. El promover un consumo responsable es algo que muchos grupos están haciendo, con fechas como el Día de no comprar nada (Buy nothing day) en el Reino Unido. Además, ya fue comprobado que el consumo de productos no hace a la felicidad.

¿Alguno ya practica algunos de estos hábitos? ¿Qué otras cosas 'verdes' que hacían nuestros abuelos se les ocurren?
http://blogs.tudiscovery.com/descubre-el-verde/2010/07/7-habitos-verdes-que-tenian-nuestros-abuelos-y-que-podriamos-replicar.html

sábado, 3 de julio de 2010

10 alimentos que deberíamos consumir ecológicos

Estas toxinas pueden contaminar la comida y se transmiten a las personas cuando la consumen. Muchos ya tienen claro que esto puede ser perjudicial para la salud. Otros simplemente optan por la agricultura ecológica porque sus métodos conllevan una menor contaminación. Como sea, si no podemos acceder a una cesta de la compra completamente orgánica, aquellos alimentos que ingerimos con regularidad deberían ser ecológicos para no acumular sustancias tóxicas en nuestro organismo.


10. Carne

El brote de la enfermedad de las vacas locas en la década de 1990 dio un gran impulso a la carne orgánica. La normativa impone a los ganaderos ecológicos que no pueden dar a sus animales antibióticos que les hagan resistentes a la enfermedad. La hormona del crecimiento para acelerar el desarrollo de los animales también está prohibida en el ganado criado para producir carne orgánica certificada.

El ganado y las aves de granja deben alimentarse con granos que se cultivan sin fertilizantes químicos ni pesticidas. No está permitido el pienso que contiene subproductos de la carne, el medio de propagación de la enfermedad de las vacas locas. Además, la ternera ecológica debe provenir de una vaca a la que se le dio piensos orgánicos durante el último tercio de su gestación.

La etiqueta ecológica también significa que el animal diariamente tenía acceso al exterior por algún tiempo. Sin embargo, estos requisitos no están claramente definidos y al aire libre puede significar que el pollo se crió en una jaula con rejilla abierta al exterior.

9. Productos Lácteos

La leche no ecológica puede contener trazas de pesticidas. Como la leche es un alimento básico para los niños, esto es motivo de atención. La leche orgánica es más pura. Procede de vacas alimentadas a partir de granos cultivados sin abonos químicos ni pesticidas. La hormona del crecimiento tampoco está permitida, al igual que los antibióticos, porque podrían entrar en la leche. El uso generalizado de antibióticos también aumenta la posibilidad del desarrollo en el futuro de bacterias resistentes a dichos antibióticos. Las vacas lecheras ecológicas deben pastar en el campo con regularidad y el pienso que se les suministra no puede contener plaguicidas ni fertilizantes, lo que disminuye el impacto de la cabaña en el medio ambiente. Los mismos preceptos de aplican al resto de productos derivados de la leche, como el yogurt, helados, mantequilla o queso.

8. Huevos

De los pollos a los huevos pueden pasar pequeñas cantidades de pesticidas y, a partir de ahí, a los muchos alimentos preparados con ellos. Los huevos ecológicos provienen de aves que se alimentan con grano orgánico y no se les suministra ni hormona del crecimiento ni antibióticos.

Sin embargo no es la falta de contaminantes lo que convierte a los huevos orgánicos en una necesidad, sino cómo se producen esos huevos. La filosofía aquí es que los pollos felices producen mejores huevos. Los defensores de los huevos orgánicos dicen que el origen marca la diferencia. Las gallinas camperas o de corral tienen acceso a un patio, además de no estar tratadas con productos químicos.

¿Huevos blancos o morenos? No hay diferencia nutricional entre unos y otros. El color del huevo depende de la raza de la gallina. Las gallinas blancas ponen huevos blancos y las marrones, oscuros. Es así de simple. Por otro lado, los huevos ecológicos no se limitan a los de gallina. Algunos productores orgánicos ofrecen variedad de opciones exóticas: ganso, codorniz e incluso huevos de avestruz.

7. Café

El café suele ser la manera de despertar al día. A menudo, los granos con los que preparamos esa estimulante taza de café se han cultivado en un país que no regula el uso de plaguicidas y fertilizantes. Todo lo contrario a lo que hace ecológico a un café

Además de la etiqueta ecológica, también conviene buscar la etiqueta de Comercio Justo, que garantiza que los productores de café han sido pagados de manera justa y bien tratados.

Un elemento más a considerar antes de disfrutar de esa taza humeante es si es de origen Shade-grown, es decir, de café cultivado a la sombra del bosque, un método de producción que preserva los majestuosos árboles de la selva y la biodiversidad que alberga.

6. Melocotones, manzanas, nectarinas, fresas, cerezas y uvas

Con el lavado no eliminamos todos los plaguicidas de un melocotón no ecológico y, al pelarlo, se pierden un montón de beneficios nutricionales de la fruta. Además de los melocotones, muchas otras frutas contienen altos niveles de pesticidas. Las manzanas y las nectarinas también son de los alimentos más cargados de plaguicidas. Por su parte, las fresas absorben gran cantidad de veneno a través de su fina piel, que además no se puede pelar. Lo mismo ocurre con las cerezas. Las uvas y las pasas no orgánicas también entran en el mismo saco tóxico. Muchos zumos de frutas que ofrecemos a los niños contienen jugo de uva, con lo que se hace especialmente necesario buscar la etiqueta ecológica. Comprar frutas extranjeras fuera de temporada es arriesgado, ya que las normas son laxas en muchos de los países de origen, sin olvidar el coste ambiental del transporte.

5. Patatas

La omnipresente patata absorbe una dosis doble de toxinas cuando se cultiva en condiciones no ecológicas. Los productores fumigan pesticidas en las plantas y añaden fungicidas al suelo para prevenir que los tubérculos enfermen. Los fungicidas previenen el llamado tizón, causante de la hambruna de la patata a mediados de la década de 1800 en Irlanda y que provocó la muerte de alrededor de un millón de personas. No hay buenos métodos orgánicos para combatirlo, por lo que el precio de las patatas ecológicas es más del doble que el de las no ecológicas.

El nivel de plaguicidas para la batata es un poco inferior pero también lo suficientemente alto como para optar por la de cultivo ecológico.

4. Pimientos, judías, tomates, apio, zanahorias y coliflor

Los pimientos, sean de la clase que sean, absorben como esponjas los pesticidas a través de su fina piel. Son propensos a la infestación por insectos, por lo que están sujetos a fuertes fumigaciones de insecticidas en las grandes granjas comerciales. Aunque se laven y pelen estas delicias de colores no se elimina su contaminación.

Otras verduras que muestran un elevado nivel de residuos de plaguicidas son el apio, las judías verdes y los tomates. Los cherry son pequeños y difíciles de limpiar. El apio no tiene piel protectora, así que es otro candidato para la compra ecológica. Según los estudios, también las tasas de plaguicidas en las zanahorias y la coliflor es considerable si su origen no es ecológico.

3. Verduras de hoja verde

La ensalada es una opción sana, siempre que no esté elaborada con verduras cargadas de productos químicos que pueden acabar por intoxicarnos. A los insectos, gusanos y babosas les encantan las hojas tiernas de espinacas y lechugas, tanto como nosotros. Algunos de los pesticidas más potentes se aplican sobre las verduras que utilizamos en nuestras ricas ensaladas. La espinaca es la verdura con mayor cantidad de plaguicidas. Por el contrario, los agricultores ecológicos, para mantener a los insectos a raya, se sirven de repelentes no tóxicos y de trampas como las redes.

Vegetales como la col rizada, las hojas de mostaza y de nabo y las berzas también están en lo alto de la tabla por riesgo de contaminación con plaguicidas. Si es posible, resulta más seguro comprar la versión orgánica de estas verduras de consumo abundante.

2. Alimentos para bebé

Los bebés y niños pequeños son especialmente susceptibles a los efectos nocivos de los plaguicidas, antibióticos, hormonas y cualquier producto químico. Como la comida del bebé a menudo se hace a base de verduras y frutas concentradas, el nivel de cualquier sustancia sintética se intensifica en los platos.

Muchos pesticidas utilizados en frutas y vegetales son tóxicos para el cerebro y pueden interferir en su desarrollo. La hormona sintética del crecimiento utilizada en la carne puede causar pubertad precoz en las niñas (fuente: Cornell). Al final, la exposición a toxinas en ciertas fases del desarrollo puede ser crítica. Los tóxicos que no tendrían mayor efecto en un adulto, pueden dañar el sistema nervioso y el cerebro de un niño. Si a esto se suma el pequeño tamaño del cuerpo del bebé, la combinación resulta incluso más peligrosa.

Si el niño no ha sido alimentado con productos orgánicos, el cambio a la dieta ecológica puede disminuir su nivel de plaguicidas en sangre (fuente: Curl). La comida orgánica puede beneficiar al niño, incluso antes de que nazca, ya que los productos químicos tóxicos en el torrente sanguíneo de la madre pasan al feto (fuente: Consumer Reports).

1. Los caprichos favoritos

Los químicos peligrosos están por todas partes - en nuestro organismo, en nuestro entorno y en nuestros alimentos. Casi todos pueden tolerar unos pocos plaguicidas pero, pero como con cualquier cosa, el exceso no es bueno. Los expertos afirman que todo lo que se come en abundancia debe ser ecológico, para evitar la sobre exposición a ciertos productos químicos. Mientras que unos cuantos residuos de pesticidas en la bolsa de aperitivo puede no estar mal, si los consumimos a diario, empezamos a apostar por la acumulación de tóxicos en nuestro cuerpo (por no hablar de la obesidad). Lo mismo con las salsas elaboradas, la comida precocinada, la bollería industrial, etc.. Es especialmente importante recordar esta regla para los bebés y los niños, porque en su pequeño cuerpo las toxinas se acumulan rápidamente.

También es cierto que no todos los alimentos aglutinan igualmente las sustancias tóxicas que se les aplica para su cultivo. De hecho, algunos de ellos no están tan contaminados cuando se trata de la versión convencional, no ecológica. Los siguientes 10 productos del huerto, o bien no absorben demasiado los pesticidas o se pelan antes de comer: espárragos, aguacates, plátanos, brócoli, col, kiwi, mango, cebollas, papaya, piña.
http://www.ecoticias.com/alimentos/28824/10-alimentos-que-deberiamos-consumir-ecologicos